lunes, 11 de mayo de 2009

Baf.



¡Qué vacío, pedacito! Que vacío me has dejado en el pecho. Todo tan absurdo y tan inesperado. Un día: bien, 2 días: mal, 3 días: Fin. Son tan pocos los referentes que poseo de "hogar" y eras tú uno tan hermoso e importante que no te imaginas lo que se derrumbó mi concepto de "casa" con tu partida. Es terrible abrir la puerta y no encontrar tus ojitos pequeños y efusivos, llenos de sincera alegría al verme. Tu saludo lleno de saltos, besos y sacudidas siempre mejoraba mi mañana, o mi tarde o mi noche. Ahora entro y sólo hay silencio, sólo hay melancolía porque no hay un día que pueda entrar a mi "casa" sin recordarte. Te veo en el sofá, te veo en la cocina, en la ventana, en el baño, en cada habitación...sobretodo en la mía, chiquito. No puedo mirar un sólo rincón de mi cuarto sin sentirte. Miro debajo de mi escritorio y te siento allí, haciéndome compañía como todos los días, miro mi cama y te recuerdo, pequeñito y enroscado, con tu cabeza apoyada sobre mi almohada, dedicándome siempre una mirada llena de ternura, demandante de cariño. Siempre lo lograste, siempre lograste sacar de mí los más puros sentimientos de amor y de cuidado. No creo que haya habido un sólo día en que no te haya saludado en la mañana pues fuiste, durante muchos años, la primera imagen que tuve al despertar. Sentir tu cuerpo pegado al mío, buscando un poco de calor y protección me parecía una de las formas más bonitas de empezar el día. Mi negrito, ¡cuánto extraño hacer pereza contigo! Siempre tan incondicional. Si estaba enferma, triste, emputada con medio mundo...ahí estabas tú...y a ti nunca te dejé por fuera. Siempre te permití estar ahí y siempre, de una forma u otra, encontré algo de alivio en tu presencia. No pienso entrar en detalles descriptivos pero ambos supimos cuánto amé tu nariz, tus orejas, tus ojitos, tu barriga, tu lengua, tus cachetes, tus paticas... ¡Tenías codos y rodillas! y puedo recordar la felicidad que me invadía en esos momentos de reconocimiento. Todo lo tuyo me parecía bonito, podía pasar horas contemplándote, contándote cuánto me gustabas y cuánto te quería. Y me haces tanta falta. Y la gente no entiende y me importa un rábano. Te amé profundamente y viendo ahora hacia atrás me parece increíble lo mucho que nos acercamos los últimos meses...fue como si uno de los dos o ambos, supiese lo que ocurriría. Es muy triste, pequeñito mío. Fue tu muerte realmente la primera muerte que ha afectado mi vida y esta situación tan desgarradora me ha creado nuevos cuestionamientos (como si ya no hubiese suficientes en mi cabeza) y no sé, realmente no encuentro un norte, una manera de organizarlos y de sacar algo bueno de allí. Me parece tan injusto y tan innecesario. Contaba con varios años más de tu preciosísima compañía...pero a la vida poco o nada le importan los intereses humanos y, ya no estás. Te he llorado, Mani, te he llorado una y otra vez y aún siento el mismo dolor. Es muy duro recordar la última vez que te vi, es en verdad desolador ese último recuerdo. Mi pobre chiquito, nunca quise para ti ese final y aunque me llena de rabia toda esa situación, sé que ese no es el camino a seguir, que llenarme de ira no me traerá nada bueno y si he de hacer un esfuerzo por perdonar y secar mis ojos y aprender algo de todo esto, será por ti y por el inmenso bienestar que me obsequiaste durante estos años. Te vi nacer y te adoré desde ese primer día hasta el último instante en que te vi, no muchas personas pueden decir que han experimentado algo así. Me siento afortunada y si algo me tranquiliza y reconforta un poco, es saber que te expresé todo mi agradecimiento y amor mientras estuviste conmigo. Me gustaría hacer lo mismo con otros seres que amo, ojalá fuera tan fácil como lo era contigo. De verdad en ese aspecto quiero cambiar.
Negrito mío, podría seguir plagando este texto de anécdotas, descripciones, memorias, lágrimas y sonrisas pero creo que todo eso puedo hacerlo en el silencio y la privacidad de mi luto. Quería desahogarme y supongo que ya lo he hecho, al menos en parte. Tuve la oportunidad de tenerte a mi lado muchos días, y te encargaste de llenarlos todos de alegría, de ternura, de sonrisas. No me regalaste sino momentos hermosos y no tengo palabras para explicarte lo agradecida y feliz que me siento por ello. Te deseo únicamente lo mejor, mi chiqui.
Fue amor. Fue mucho amor.

Daniela
11/05/09