Me cuesta mucho dejar ir la gente que me importa y que he querido. La gente que genuinamente me interesa. Desde hace mucho tiempo identifico el desasosiego que me envuelve cuando siento estar "perdiendo" a alguien que ha significado mucho para mí. Pataleo, intento, expreso, pregunto, busco, trato de dejarlo todo en la arena pero me he dado cuenta que debo aprender a identificar cuándo vale la pena luchar y cuándo quizá no. Por difícil que sea, debo retirarme más rápido (aunque duela y mucho) de aquellos lugares donde sencillamente ya no soy bienvenida, donde no disfrutan más mi compañía, donde ya no hay reciprocidad y donde incluso, a veces, parece no existir siquiera la intención de comunicar clara y asertivamente lo que se piensa y siente. Si usted no me quiere en su vida y ha decidido interrumpir unilateralmente el vínculo, yo voy a hacer mi mejor esfuerzo por hacer de tripas corazón, aceptar y alejarme, así se perciba confuso e injusto...así desde mi lado esa espalda y ese silencio se entiendan como una traición. Me propongo aprender a no reclamar, a no enfurecer, a no señalar. Me propongo intentar conservar los buenos recuerdos y asumir el final con entereza. Voy a aprender a controlar el impulso y a redirigir mi energía y mi atención. Sé lo que soy, lo que valgo y lo que puedo dar y voy a aprender a ofrecerlo únicamente a quien lo desee y lo honre.
D.