martes, 11 de enero de 2011

Meh


El día sabe a salir, sabe a cerveza fría, a gafas de sol y compañía. Esta tarde soleada y libre de toda responsabilidad me invita a bañarme, a salir de mi cuarto, a disfrutarla de una u otra manera y aún así me resisto. O no me resisto...simplemente me quedo. No quiero moverme mucho, quisiera no pensar ni sentir mucho tampoco pero es imposible.
En algo que podría llamarse pijama, deambulo de un lado a otro de mi habitación caliente (en días como hoy, puede volverse un infiernito sin importar qué tanto abra la ventana). Empecé un libro a medio día y ya voy por la mitad, pero debo confesar que estoy leyendo más por ocupar la mente en algo que por obtener el usual placer que derivo de la lectura. Me paro, me siento, me acuesto, me vuelvo a parar. Entro a internet sólo para confirmar que todo sigue igual, no hay nada que me interese en msn, en facebook ni en blogger. Pongo música pero no encuentro una canción que me haga feliz, es más...creo que me estoy esforzando por poner canciones tristes (¿para sentirme mejor?).
No sé cómo arrancarme la ansiedad, quiero dejar de devorarme los dedos. Debería estar haciendo ejercicio, aprendiendo capitales, anatomía, farmacología o semiología pero hoy no-me-da-la-gana y "esta inconstancia no es algo heróico, es más bien algo enfermo".
Telepatía o lo que sea, me alegró mucho recibir ese par de llamadas, los había estado pensando bastante, los extraño a ambos.
He pensado de nuevo en la amistad, en la agridulce amistad. Creo que envidio a aquellas personas que tienen amigos que vienen desde la infancia. Mis amigos de la infancia se quedaron allá. Mi amistad más antigua viene de mis últimos años de colegio y ahora está condicionada por la distancia que inevitablemente mancha todo lo que toca. Tengo muy pocos amigos y siempre me la he llevado mejor con los hombres, no suelo tener mucha acogida en grupos femeninos y me reservo los comentarios. Las relaciones sociales no son mi fuerte pero tampoco hallo muchas dificultades en acercarme a personas que, desde antes de conocerlas, sé que tendremos buenas relaciones y, por lo general, así sucede. Dando el primer paso, arriesgándome a conversar con un completo desconocido/a es la forma en que he hecho mis últimas amistades. Aparte de llevármela mejor con los hombres, suelo sentirme más cómoda con gente mayor que yo, ha sido una constante en cuanto a amistad y en cuanto a atracción desde que tenía como 17 años. En fin.
Pienso también en las paradojas del deseo. La pasión sigue siendo un gran misterio para mí, un misterio sumamente placentero y sumamente doloroso de develar. Carne caprichosa. Sangre fría, sangre caliente. Instintos que se burlan de la razón...razón que se confunde y busca apoyo en un corazón mareado. Y eso es lo que hay.
Tengo una gran lista mental (que pronto plasmaré en papel) de cosas para hacer este año. Pondré a prueba mi voluntad y mi piloto automático. Controlaré como sea esta maldita alergia que le tengo a la disciplina.
Ando con los pecados capitales alborotados.
Y no digo más.




D
11/1/11

1 comentario:

Antoine Gerris Protevs dijo...

eso se pasa con un traguito el viernes, hablando de pecados capitales, me hicistes acordar de Mala Sangre:

"De mis antepasados galos, tengo los ojos de un azul pálido, el cerebro pobre y la torpeza en la lucha.

Me parece que mi vestimenta es tan bárbara como la de ellos. Pero yo no me unto grasa en la cabellera.

Los galos fueron los desolladores de animales, los quemadores de hierba más ineptos de su época.

Les debo: la idolatría y la afición al sacrilegio; ¡oh! todos los vicios, la cólera, la lujuria sobre todo, magnífica la lujuria, la mentira y pereza..."

el reato se lo dejo acá: http://albalearning.com/audiolibros/rimbaud/infierno_malasangre.html

la traducció es perversa, pero en fin, un abrazo del viejo Leo