Volaste de repente, como tus alados amigos.
Así no quiera, te encuentro en ellos, que están a donde vaya; y su canto despierta ahora la nostalgia.
Volaste, sin titubear, sin despedirte.
Dejando atrás años de una amistad que juré fuerte, como un nido; y que siempre luché por conservar.
Aún duele: Sos como una herida que no cierra.
¿Por qué usar algo tan hermoso como el silencio para lastimar a quien genuinamente te llevaba en sus afectos?
¿Por qué la humillación?
¿Por qué la cobardía?
Que la vida te perdone la infamia.
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