Barcos de papel que intentaron encontrar un cruel final entre las llamas y terminaron ahogados bajo el peso de lo que debía mantenerlos a flote. O tal vez no fue el agua, tal vez lo que los hundió fueron las palabras escritas en ellos.
Ecos repetidos + avergonzados (y avergonzantes) dibujos = fatal desenlace.
Falsas o tal vez sólo crudas "promesas" de un futuro mejor.
Chispazo de positivismo que quedó sepultado bajo tres mástiles.
Y ahora, la semi-negra tinta se mezcla descaradamente con las olas de mi océano mental, dibujando extrañas figuras parecidas a las que dibuja en el suelo la sangre que sale a borbotones de un cuerpo apuñalado.
Rabia, un poco hacia ti...un poco hacia mí.. un poco hacia el mundo.
No tenía una razón verdadera para destruírlos pero tampoco tuve una razón al momento de escribir sobre y dentro de sus cuerpos, así que...qué más da?
Atrapados en una inmaculada red de plástico sus restos hallarán pronto un nuevo hogar, lejos de mi closet y más lejos aún de su inicial destinatario.
Sí, es una lástima pero no navegarán jamás entre tus dedos, tus bellísimos dedos. Así es la vida.
Un aplauso para la monotonía, dos porras para la muerte del encanto, 3 cachetadas para mis expectativas, cuatro...un cuatro de Febrero inundado de blancas esperanzas nacionales y mi, muy azul, melancolía...
Daniela
4/2/08
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